viernes, agosto 31, 2007

Para Pensar

Apuramos el paso. Apuramos el trato con los demás. Apuramos el trabajo, la comida, el café. Apuramos las caricias y las sonrisas. Vivimos apurados. Las hojas doradas del Otoño cayeron y no las vimos. El viento del Invierno dibujó con ellas filigranas de oro y plata y no nos dimos cuenta. Los árboles comenzaron a vestirse de verde y los pájaros ensayaron los primeros trinos y no los vimos ni escuchamos. El Verano estalló luego con sus ruidos y colores y nosotros solo estuvimos sofocados y corriendo...
Pensemos ¿para qué tanta prisa? Si todo se va a realizar en su momento justo. Encontramos en la Palabra de Dios bellas reflexiones al respecto:

" En este mundo todo tiene su hora,
hay un momento para todo cuanto ocurre:
Un momento para nacer
y un momento para morir.
Un momento para plantar
y un momento para arrancar lo plantado.
Un momento para matar
y un momento para curar.
Un momento para destruir
y un momento construir.
Un momento para llorar
y un momento para reír.
Un momento para estar de luto
y un momento para estar de fiesta.
Un momento para esparcir piedras
y un momento para recogerlas.
Un momento para abrazarse
y un momento para separarse.
Un momento para intentar
y un momento para desistir.
Un momento para guardar
y un momento para tirar.
Un momento para rasgar
y un momento para coser.
Un momento para callar
y un momento para hablar.
Un momento para el amor
y un momento para el odio.
Un momento para la guerra
y un momento para la Paz.

Como la vida es una sucesión de momentos, tratemos de vivir cada uno de ellos sin apuro, con tranquilidad. Escuchando a nuestro prójimo, viéndonos a nosotros mismos en cada uno de ellos; no sea cosa que ellos también pasen corriendo a nuestro lado sin escucharnos.
Vivamos esa cadena de momentos que es nuestra vida, alegres y en paz con los demás y con nosotros mismos. Tratemos de dar brillo todos los días a los eslabones de la cadena con nuestros actos. Caminemos despacio y sin pausa, mirando a nuestro alrededor. Admirando y respetando la maravillosa Creación, que es un ejemplo. Sin correr, sin apuro, porque todo tiene su tiempo.